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COMPLEGANZ@

Muere el cineasta aragonés y anarquista Antonio Artero

Algo sobre Antonio.
El día que murió Pilar Miró, compañera suya de pupitre, me llamó para
advertirme: "Cuidado, Pablo, este juguete mata". Se refería al cine. Pero
él amó tanto al cine como a la vida (que también mata) y, sobre todo, a
la libertad.
Antonio Artero figurará en las enciclopedias del cine como un cineasta
controvertido, experimental o de vanguardia, cuando no provocador. Pero
él era mucho más que eso; como anarquista lúcido sabía que detrás de
todo el discurso cinematográfico de la industria establecida, por mucho
que a veces se vistiera de izquierdas, no había sino otro instrumento
del poder, de los jerarcas, una artimaña más para defender sus
intereses.
Por eso se empeñó en hacer de su cine un "contralenguaje", un arma para
la contrainformación, rompiendo siempre con las estructuras narrativas
del discurso oficial. Y esto era difícil, porque el poder siempre
intenta acaparar todas las formas de expresión para manipularlas y si no
puede las censura. Desde las jornadas de Sitges* siempre fue fiel a esa
idea, y esa ruptura con los discursos establecidos está presente en toda
su obra, incluso en las películas más alimenticias donde dominaba la
opinión (otra censura) del productor y, por supuesto, en aquellas que
nunca pudo terminar como "San Sebastián de los Reyes, Marzo del 77".
Obras como "Blanco sobre Blanco", "Monegros", "Del tres al once",
"Significante/Significado"... encierran algo mucho más profundo que una
simple provocación antisistema, invitan a la meditación al espectador. A
través de esa mirada desértica de "Blanco sobre Blanco" o de las paredes
pintadas de "Significante/Significado" se busca un poética emocional más
allá del lenguaje narrativo, más allá del discurso convencional que
siempre establece relaciones de poder entre emisor y receptor. En la
contemplación de estas obras la simple invitación a sentir e imaginar se
convierte en sinónimo de libertad.
En sus largometrajes más complejos de producción, como "Yo creo que...",
"El Tesoro del Capitán Tornado", "Trágalaperro (Sor Patrocinio, la monja
de las llagas)" o "Cartas desde Huesca", sigue vigente su compromiso
libertario a pesar de las limitaciones que pudieran plantearle la
industria y los productores. Siempre muy lejos de caer en las garras del
llamado cine comercial, de venderse al mejor postor entre los
mercachifles de la imagen, buscaba hondamente, a través de sus
personajes, la esencia del ser humano, la memoria, el por qué somos así
y qué nos puede ayudar a ser más libres. Cómo hombre era entrañable, con
esa mirada irónica, pero siempre cargada de amargura, sobre tantas
cosas; con ese cariño inquieto y profundo hacia todos los que nos
acercábamos a él, y con esa sabiduría que a veces le servía para
enseñarnos tanto sin apenas decir nada.
Vivimos en un mundo en el que la imagen ha desplazado a la palabra. La
mayoría de los más jóvenes apenas lee un libro si no es por obligación
académica, en cambio devoran horas y horas de televisión y nuevas
tecnologías. En este mundo el mensaje (o "contramensaje") que Antonio
intentó expresar a través de su obra se hace mucho más necesario, casi
imprescindible.

Antonio Artero, compañero del sindicato de Artes Gráficas, Comunicación y
Espectáculos de la CNT de Madrid moría el 20 de noviembre de 2004 a los
65 años de edad. El día siguiente fue enterrado en el cementerio civil
de La Almudena.

Pablo Nacarino. Sindicato de Artes Gráficas, Comunicación y Espectáculos
de la CNT de Madrid

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