Zaragoza año cero (ocho)
Joaquín Lucia Gimeno
La burguesía zaragozana nos ha presentado su proyecto de ciudad para las próximas décadas, y lo ha hecho el día del Pilar en las páginas de Heraldo, como no podía ser de otra manera, y en forma de encuesta, para demostrarnos que la inmensa y abrumadora mayoría de la ciudadanía comparte sus ideas. Y es probable, dudas sobre la calidad de la encuesta aparte, que sea cierto. Y lo es porque la izquierda de esta ciudad ha renunciado de hecho hace días a confrontar otro modelo urbano diferente y alternativo, salvo en algunas reivindicaciones y resistencias locales. Parece como si en su práctica cotidiana sus organizaciones y representantes hubieran asumido el proyecto de la burguesía como el único posible. Un modelo alternativo que sin embargo existe, y aún se refleja en sus documentos, declaraciones y programas, y permanece vivo en el imaginario colectivo de los sectores populares de los barrios.
Lo que las clases dominantes nos proponen, disfrazado de futuro esplendoroso, es un desarrollo urbano a la medida de intereses muy concretos e inmediatos de la burguesía local en general y de los constructores y promotores urbanísticos, verdaderos amos de la ciudad, en particular, que se resume en una frase afortunada del Alcalde Belloch: LA ZARAGOZA DE UN MILLÓN DE HABITANTES. Una Zaragoza extendida hasta el infinito, con un centro de diseño y nuevas tecnologías, unos barrios degradados y una periferia de nueva construcción (Goya I y II, Valdespartera, Arcosur, PLAZA ) para los sectores populares. Una ciudad insostenible, con aún más graves problemas de transportes, redes, infraestructuras y servicios, multiplicados por sus nuevas dimensiones, y con un considerable deterioro de la calidad de vida de sus habitantes. Un modelo que se explica por la necesidad de continuar, en una constante huida hacia delante mientras se pueda, la construcción de nuevas viviendas e infraestructuras, que es su principal fuente de negocios y beneficios.
El proyecto de EXPO 2008 representa, aunque no solo él, el elemento central de ese modelo, y la gran cortina de humo que encubre ese cúmulo de intereses revistiéndolo de interés general. Presentado a través de una aplastante campaña publicitaria y mediática como la panacea que resolverá todos nuestros problemas y la gran oportunidad de ser alguien en España y Europa, con plazos brevísimos, que requiere la unidad sin fisuras (prietas las filas, impasible el ademán) de toda la ciudadanía. Sin dudas, sin debates, sin criticas, sin informes económicos, urbanísticos ni de impacto ambiental. Saltándose el Plan General, la normativa europea y lo que haga falta.
Según Heraldo el 937 % de los zaragozanos y zaragozanas apoyan el proyecto de EXPO. Un proyecto del que, a fecha de hoy, mediados de octubre, ni sus promotores conocen realmente ni cómo va a ser, ni lo qué va a costar ni quien y cómo va a pagarlo, ni a costa de qué. Apoyar hoy la EXPO es más que otra cosa cuestión de fe, o de intereses. Una fe que, sorprendentemente, parecen compartir la mayoría de los portavoces y representantes institucionales, políticos, sociales e intelectuales de la izquierda zaragozana, que oscilan entre el silencio complaciente, el si critico y la abierta beligerancia proexpo. Sorprendente por que las reservas y propuestas a las que condicionaron su apoyo han sido sistemáticamente ignoradas e incumplidas por los promotores de la EXPO, en un proceso sin ninguna participación ni debate. Se barajan diversas causas para explicar esta renuncia: desde el miedo a ir contracorriente de la apisonadora publicitaria y mediática de quienes han hecho del captar votos su profesión, al hecho de que el consorcio-sociedad-fundación PROEXPO se ha convertido en el principal repartidor de subvenciones y publicidad y patrocinador de eventos diversos de la ciudad, pasando por las posibilidades de promoción y proyección profesional que la organización de determinadas conferencias y congresos en el marco de la EXPO abrirían a algunos sectores de la universidad. Probablemente todas tengan algo de cierto y no sean las únicas.
No vamos a discutir de cifras y porcentajes con Heraldo. La aparición de una PLATAFORMA CONTRA LA EXPO DE ZARAGOZA 2008 hace unas semanas (pequeños colectivos, en nota breve de Heraldo, página par, por supuesto), ha cambiado notablemente el panorama. La existencia y las primeras acciones de la Plataforma han puesto sobre la mesa cuestiones y dudas que, aunque evidentes, no se habían planteado hasta ahora sobre las consecuencias y costes económicos, urbanísticos, sociales, económicos y medioambientales del proyecto de Ranillas y del modelo de desarrollo especulativo que representa y los intereses que hay detrás. En pocas semanas, desde los márgenes de la izquierda respetable (organizaciones juveniles, colectivos alternativos, corrientes minoritarias ) se ha generado más debate, participación e información, que en meses de silencios cómplices o vergonzantes de ésta, en un proceso que está generando entre sus protagonistas nacientes expectativas de regeneración del tejido social de la izquierda zaragozana.
La EXPO y sus obras relacionadas (cinturones, riveras, aeropuerto), siendo un elemento central, no es el único proyecto de un determinado modelo de desarrollo urbanístico. Heraldo habla también en su encuesta de la Romareda, el entorno de la Estación del AVE y de las Riveras del Ebro, así como de la necesidad de ganar peso y protagonismo en el conjunto de España.
El debate sobre el emplazamiento del campo de fútbol lleva ya varios meses y teniendo en cuenta la posición del diario del que hablamos, cabría hablar más de campaña que de debate. La permanencia del campo en su emplazamiento actual se ha convertido en una cuestión de principios para la CHA, piedra de toque de su compromiso con su programa electoral en el acuerdo de gobierno municipal, que encubriría otras múltiples renuncias e incumplimientos. Sin duda esta opción plantea importantes dudas y problemas, sobre todo por su proximidad al Hospital y lo que eso supone, y seguramente favorece determinados intereses especulativos. Pero su traslado a Valdespartera supone beneficiar a aquellos promotores interesados en la expansión de la ciudad hacia el Sur. La virulencia de la campaña de algunos medios es más que sospechosa. Nos encontramos ante un conflicto de intereses particulares vestido de nuevo de interés general y que acabará pagándose, como de costumbre, con dinero o suelos públicos.
El desarrollo del entorno de la Estación del AVE supone la creación, de nuevo con fondos públicos, de una zona residencial de alto nivel (que seguramente se extendería hacia Ranillas y englobaría a la zona de la Estación del Portillo) en el núcleo urbano (La nueva estación se plantea como el nudo de comunicaciones urbanas e interurbanas de la nueva Zaragoza) destinados a nuevos sectores profesionales y empresariales de elevado poder adquisitivo que se pretende atraer a la ciudad, coherente con el esquema de segregación social CENTRO ACOMODADO-PERIFERIA POPULAR que se persigue y que ya han adoptado otras ciudades. El proyecto de remodelación que pretende embalsar el río y convertir las riveras en un entorno totalmente urbano van en la misma dirección.
La causa principal de todo esto es la necesidad de continuar la expansión de la construcción de viviendas e infraestructuras en la periferia hasta el infinito. La construcción de viviendas e infraestructuras es desde hace años la principal fuente de negocios y beneficios empresariales de la ciudad, una fuente que se está secando porque la ciudad y su entorno no da para más. La población joven expulsada de los barrios por la escasez y los precios de la vivienda, y el excedente del medio rural no bastan para habitar la desmesurada oferta de nuevos barrios periféricos. Es necesario atraer una masa muy importante de nueva población. Ahí entra la ciudad del millón de habitantes. La necesidad de ganar peso en España y Europa, convertirse en la capital logística del sur de Europa, el eje del valle del Ebro. A consta de lo que sea, incluida la calidad de vida de los vecinos y vecinas.
Porque ¿necesita realmente Zaragoza esa gran transformación? Parémonos a reflexionar un instante entre tanto maremagno de luces de colores y fuegos artificiales. Somos la quinta ciudad de España, con un tamaño similar a las ciudades más desarrolladas de Europa, que rara vez alcanzan o superan el millón de habitantes, excepto las grandes metrópolis como Londres, París, Berlín o Roma. Y, hasta hace poco al menos, con nuestros problemas y carencias, pero con unos niveles de desarrollo, cohesión e integración social, empleo y calidad de vida por encima de la media española y similares a los del resto de la UE. Una ciudad relativamente compacta y habitable, que ha ido deteriorándose progresivamente según se iba expandiendo y creciendo en función de la especulación urbanística. Los grandes proyectos megalómanos de anteriores Alcaldes han dejado las arcas vacías, los barrios más deteriorados y los servicios bajo mínimos ¿Es esa la Zaragoza que queremos? Va siendo hora de que empecemos a decirles que ya basta.
La burguesía zaragozana nos ha presentado su proyecto de ciudad para las próximas décadas, y lo ha hecho el día del Pilar en las páginas de Heraldo, como no podía ser de otra manera, y en forma de encuesta, para demostrarnos que la inmensa y abrumadora mayoría de la ciudadanía comparte sus ideas. Y es probable, dudas sobre la calidad de la encuesta aparte, que sea cierto. Y lo es porque la izquierda de esta ciudad ha renunciado de hecho hace días a confrontar otro modelo urbano diferente y alternativo, salvo en algunas reivindicaciones y resistencias locales. Parece como si en su práctica cotidiana sus organizaciones y representantes hubieran asumido el proyecto de la burguesía como el único posible. Un modelo alternativo que sin embargo existe, y aún se refleja en sus documentos, declaraciones y programas, y permanece vivo en el imaginario colectivo de los sectores populares de los barrios.
Lo que las clases dominantes nos proponen, disfrazado de futuro esplendoroso, es un desarrollo urbano a la medida de intereses muy concretos e inmediatos de la burguesía local en general y de los constructores y promotores urbanísticos, verdaderos amos de la ciudad, en particular, que se resume en una frase afortunada del Alcalde Belloch: LA ZARAGOZA DE UN MILLÓN DE HABITANTES. Una Zaragoza extendida hasta el infinito, con un centro de diseño y nuevas tecnologías, unos barrios degradados y una periferia de nueva construcción (Goya I y II, Valdespartera, Arcosur, PLAZA ) para los sectores populares. Una ciudad insostenible, con aún más graves problemas de transportes, redes, infraestructuras y servicios, multiplicados por sus nuevas dimensiones, y con un considerable deterioro de la calidad de vida de sus habitantes. Un modelo que se explica por la necesidad de continuar, en una constante huida hacia delante mientras se pueda, la construcción de nuevas viviendas e infraestructuras, que es su principal fuente de negocios y beneficios.
El proyecto de EXPO 2008 representa, aunque no solo él, el elemento central de ese modelo, y la gran cortina de humo que encubre ese cúmulo de intereses revistiéndolo de interés general. Presentado a través de una aplastante campaña publicitaria y mediática como la panacea que resolverá todos nuestros problemas y la gran oportunidad de ser alguien en España y Europa, con plazos brevísimos, que requiere la unidad sin fisuras (prietas las filas, impasible el ademán) de toda la ciudadanía. Sin dudas, sin debates, sin criticas, sin informes económicos, urbanísticos ni de impacto ambiental. Saltándose el Plan General, la normativa europea y lo que haga falta.
Según Heraldo el 937 % de los zaragozanos y zaragozanas apoyan el proyecto de EXPO. Un proyecto del que, a fecha de hoy, mediados de octubre, ni sus promotores conocen realmente ni cómo va a ser, ni lo qué va a costar ni quien y cómo va a pagarlo, ni a costa de qué. Apoyar hoy la EXPO es más que otra cosa cuestión de fe, o de intereses. Una fe que, sorprendentemente, parecen compartir la mayoría de los portavoces y representantes institucionales, políticos, sociales e intelectuales de la izquierda zaragozana, que oscilan entre el silencio complaciente, el si critico y la abierta beligerancia proexpo. Sorprendente por que las reservas y propuestas a las que condicionaron su apoyo han sido sistemáticamente ignoradas e incumplidas por los promotores de la EXPO, en un proceso sin ninguna participación ni debate. Se barajan diversas causas para explicar esta renuncia: desde el miedo a ir contracorriente de la apisonadora publicitaria y mediática de quienes han hecho del captar votos su profesión, al hecho de que el consorcio-sociedad-fundación PROEXPO se ha convertido en el principal repartidor de subvenciones y publicidad y patrocinador de eventos diversos de la ciudad, pasando por las posibilidades de promoción y proyección profesional que la organización de determinadas conferencias y congresos en el marco de la EXPO abrirían a algunos sectores de la universidad. Probablemente todas tengan algo de cierto y no sean las únicas.
No vamos a discutir de cifras y porcentajes con Heraldo. La aparición de una PLATAFORMA CONTRA LA EXPO DE ZARAGOZA 2008 hace unas semanas (pequeños colectivos, en nota breve de Heraldo, página par, por supuesto), ha cambiado notablemente el panorama. La existencia y las primeras acciones de la Plataforma han puesto sobre la mesa cuestiones y dudas que, aunque evidentes, no se habían planteado hasta ahora sobre las consecuencias y costes económicos, urbanísticos, sociales, económicos y medioambientales del proyecto de Ranillas y del modelo de desarrollo especulativo que representa y los intereses que hay detrás. En pocas semanas, desde los márgenes de la izquierda respetable (organizaciones juveniles, colectivos alternativos, corrientes minoritarias ) se ha generado más debate, participación e información, que en meses de silencios cómplices o vergonzantes de ésta, en un proceso que está generando entre sus protagonistas nacientes expectativas de regeneración del tejido social de la izquierda zaragozana.
La EXPO y sus obras relacionadas (cinturones, riveras, aeropuerto), siendo un elemento central, no es el único proyecto de un determinado modelo de desarrollo urbanístico. Heraldo habla también en su encuesta de la Romareda, el entorno de la Estación del AVE y de las Riveras del Ebro, así como de la necesidad de ganar peso y protagonismo en el conjunto de España.
El debate sobre el emplazamiento del campo de fútbol lleva ya varios meses y teniendo en cuenta la posición del diario del que hablamos, cabría hablar más de campaña que de debate. La permanencia del campo en su emplazamiento actual se ha convertido en una cuestión de principios para la CHA, piedra de toque de su compromiso con su programa electoral en el acuerdo de gobierno municipal, que encubriría otras múltiples renuncias e incumplimientos. Sin duda esta opción plantea importantes dudas y problemas, sobre todo por su proximidad al Hospital y lo que eso supone, y seguramente favorece determinados intereses especulativos. Pero su traslado a Valdespartera supone beneficiar a aquellos promotores interesados en la expansión de la ciudad hacia el Sur. La virulencia de la campaña de algunos medios es más que sospechosa. Nos encontramos ante un conflicto de intereses particulares vestido de nuevo de interés general y que acabará pagándose, como de costumbre, con dinero o suelos públicos.
El desarrollo del entorno de la Estación del AVE supone la creación, de nuevo con fondos públicos, de una zona residencial de alto nivel (que seguramente se extendería hacia Ranillas y englobaría a la zona de la Estación del Portillo) en el núcleo urbano (La nueva estación se plantea como el nudo de comunicaciones urbanas e interurbanas de la nueva Zaragoza) destinados a nuevos sectores profesionales y empresariales de elevado poder adquisitivo que se pretende atraer a la ciudad, coherente con el esquema de segregación social CENTRO ACOMODADO-PERIFERIA POPULAR que se persigue y que ya han adoptado otras ciudades. El proyecto de remodelación que pretende embalsar el río y convertir las riveras en un entorno totalmente urbano van en la misma dirección.
La causa principal de todo esto es la necesidad de continuar la expansión de la construcción de viviendas e infraestructuras en la periferia hasta el infinito. La construcción de viviendas e infraestructuras es desde hace años la principal fuente de negocios y beneficios empresariales de la ciudad, una fuente que se está secando porque la ciudad y su entorno no da para más. La población joven expulsada de los barrios por la escasez y los precios de la vivienda, y el excedente del medio rural no bastan para habitar la desmesurada oferta de nuevos barrios periféricos. Es necesario atraer una masa muy importante de nueva población. Ahí entra la ciudad del millón de habitantes. La necesidad de ganar peso en España y Europa, convertirse en la capital logística del sur de Europa, el eje del valle del Ebro. A consta de lo que sea, incluida la calidad de vida de los vecinos y vecinas.
Porque ¿necesita realmente Zaragoza esa gran transformación? Parémonos a reflexionar un instante entre tanto maremagno de luces de colores y fuegos artificiales. Somos la quinta ciudad de España, con un tamaño similar a las ciudades más desarrolladas de Europa, que rara vez alcanzan o superan el millón de habitantes, excepto las grandes metrópolis como Londres, París, Berlín o Roma. Y, hasta hace poco al menos, con nuestros problemas y carencias, pero con unos niveles de desarrollo, cohesión e integración social, empleo y calidad de vida por encima de la media española y similares a los del resto de la UE. Una ciudad relativamente compacta y habitable, que ha ido deteriorándose progresivamente según se iba expandiendo y creciendo en función de la especulación urbanística. Los grandes proyectos megalómanos de anteriores Alcaldes han dejado las arcas vacías, los barrios más deteriorados y los servicios bajo mínimos ¿Es esa la Zaragoza que queremos? Va siendo hora de que empecemos a decirles que ya basta.
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paquirrin -