Yo soy la única zaragozana del mundo que está en contra de la Expo 2008
El ayuntamiento de la ciudad utiliza el pregón de las fiestas para hacer una representación de lo unánime que es la opinión del pueblo: Todos con la Expo. ¿Cómo sacarlos de su error?, todos no, yo no.
Así que tomo la palabra, escribo mi opinión en una pancarta, y en un país que rebosa democracia, me subo en los porches frente al ayuntamiento y la exhibo ante mis conciudadanos, y el ayuntamiento entero: EXPO=EXPECULACIÓN. Mis amigos me ayudan, porque yo sola, la única zaragozana del mundo que está en contra de la Expo, no podría hacerlo.
Aguanto los insultos y abucheos de aquellos que no aceptan más opinión que la suya: hemos dicho TODOS con la Expo, y el que se salga de ahí ni es zaragozano ni merece respeto alguno. Bueno, son cuatro provocadores, pienso.
Otra gente se interesa -¿por qué estás en contra de la Expo?- Yo lo explico: a mí me parece que la ciudad que se propone no es la que a mí me gusta, no quiero una inmensa ciudad dispersa de un millón de habitantes, devorada por el tráfico y difícil de vivir, con nuevas barrios surgiendo como setas mientras el centro y los barrios tradicionales se van despoblando. Todo esto viene en el lote con la Expo, y no me gusta. A mí no me engatusan con un surtidor de agua gigante, con un absurdo funicular, con edificios sin finalidad en el precioso entorno de Ranillas, y además empleando la excusa del agua para tratar al río como a un parque de atracciones hortera y a las últimas huertas de la ciudad como anacronismos imposibles en la ciudad megamoderna que nos proponen. A mí todo esto me parece cateto. La ciudad tiene necesidades reales, y nos quieren dar fuegos artificiales.
La respuesta a este acto de expresión me llegó días después en una carta de la Delegación de Gobierno: allí se me acusa de desobediencia a la autoridad, siendo que la policía apareció cuando bajé de los porches donde me había subido para hacerme ver, y no me resistí en ningún momento mientras me retenían y procedían a mi identificación. También se me acusa de provocación a la ciudadanía, cuando tuve que soportar los insultos de algunos y ni siquiera respondí a esto, simplemente expuse una pancarta con mi opinión en un evento que estaba siendo utilizado por el ayuntamiento para vender una unanimidad ciudadana que no me creo; De poner en peligro la seguridad pública, siendo que no realicé ningún acto violento ni temerario. Se me acusa de perjudicar el mobiliario urbano, cuando mi acción no causó ningún destrozo material ni humano. Se me pide por este momento de expresión un montón de dinero que sin duda le hace falta al Ayuntamiento para pagar las comilonas de los dignatarios que tienen que votar la Expo.
Así que tomo la palabra, escribo mi opinión en una pancarta, y en un país que rebosa democracia, me subo en los porches frente al ayuntamiento y la exhibo ante mis conciudadanos, y el ayuntamiento entero: EXPO=EXPECULACIÓN. Mis amigos me ayudan, porque yo sola, la única zaragozana del mundo que está en contra de la Expo, no podría hacerlo.
Aguanto los insultos y abucheos de aquellos que no aceptan más opinión que la suya: hemos dicho TODOS con la Expo, y el que se salga de ahí ni es zaragozano ni merece respeto alguno. Bueno, son cuatro provocadores, pienso.
Otra gente se interesa -¿por qué estás en contra de la Expo?- Yo lo explico: a mí me parece que la ciudad que se propone no es la que a mí me gusta, no quiero una inmensa ciudad dispersa de un millón de habitantes, devorada por el tráfico y difícil de vivir, con nuevas barrios surgiendo como setas mientras el centro y los barrios tradicionales se van despoblando. Todo esto viene en el lote con la Expo, y no me gusta. A mí no me engatusan con un surtidor de agua gigante, con un absurdo funicular, con edificios sin finalidad en el precioso entorno de Ranillas, y además empleando la excusa del agua para tratar al río como a un parque de atracciones hortera y a las últimas huertas de la ciudad como anacronismos imposibles en la ciudad megamoderna que nos proponen. A mí todo esto me parece cateto. La ciudad tiene necesidades reales, y nos quieren dar fuegos artificiales.
La respuesta a este acto de expresión me llegó días después en una carta de la Delegación de Gobierno: allí se me acusa de desobediencia a la autoridad, siendo que la policía apareció cuando bajé de los porches donde me había subido para hacerme ver, y no me resistí en ningún momento mientras me retenían y procedían a mi identificación. También se me acusa de provocación a la ciudadanía, cuando tuve que soportar los insultos de algunos y ni siquiera respondí a esto, simplemente expuse una pancarta con mi opinión en un evento que estaba siendo utilizado por el ayuntamiento para vender una unanimidad ciudadana que no me creo; De poner en peligro la seguridad pública, siendo que no realicé ningún acto violento ni temerario. Se me acusa de perjudicar el mobiliario urbano, cuando mi acción no causó ningún destrozo material ni humano. Se me pide por este momento de expresión un montón de dinero que sin duda le hace falta al Ayuntamiento para pagar las comilonas de los dignatarios que tienen que votar la Expo.
6 comentarios
paquirrin -
zurita -
paquirrin -
caloggero -
¿esto tambíén es demagogia?
Dímelo, si osas.
zurita -
Anton -